Acuicultura
Ante la creciente demanda de pescado en los países desarrollados se ha incrementado enormemente la producción acuícola desde la década de 1980, provocando graves impactos sobre el medioambiente y los derechos humanos.
Muchos abogan por la acuicultura para obtener el pescado que escasea desde hace años en nuestros océanos. Pero la acuicultura, lejos de ser la solución a la sobrepesca, contribuye a la disminución de las poblaciones salvajes y degrada los ecosistemas marinos, amenazando la seguridad alimentaria de las comunidades costeras.
La industria acuícola requiere gran cantidad de pescado para la elaboración de piensos, así como la captura de juveniles para abastecer los stocks de las instalaciones. Por ejemplo, se necesitan entre 4 y 5 kg de pescado para que un salmón engorde un kilo y 20 kg por cada kilo de atún rojo engordado en cautividad.
La ubicación de las piscinas en la costa deteriora los ecosistemas costeros y desplaza a las comunidades locales, impidiéndoles el acceso a la playa y el uso tradicional que hacían de los recursos marinos. Además, estas instalaciones consumen enormes cantidades de agua dulce o la contaminan con el uso de antibióticos y pesticidas.
Existe riesgo de que se propaguen enfermedades desde las granjas a las poblaciones salvajes que están en contacto con ellas y de que se produzcan fugas de ejemplares cautivos que se mezclen genéticamente con los ejemplares salvajes de esa especie, disminuyendo la diversidad genética.
Para Greenpeace la única acuicultura sostenible:
- utiliza piensos de origen vegetal que procedan de agricultura sostenible;
- minimiza el uso de harinas y aceites de pescado para que la producción de un kilo de pescado no necesite más de tres kilo de estos productos;
- utiliza las larvas de las especies cultivadas que provienen de la cautividad y no han sido pescadas en estado salvaje;
- garantiza la seguridad de las instalaciones para que no se produzcan fugas;
-no degrada el medioambiente, ni altera la biodiversidad de los ecosistemas donde se asienta;
- no amenaza los derechos humanos;
- apoya la sostenibilidad económica y desarrollo social de las comunidades locales a largo plazo.
Muchos abogan por la acuicultura para obtener el pescado que escasea desde hace años en nuestros océanos. Pero la acuicultura, lejos de ser la solución a la sobrepesca, contribuye a la disminución de las poblaciones salvajes y degrada los ecosistemas marinos, amenazando la seguridad alimentaria de las comunidades costeras.
La industria acuícola requiere gran cantidad de pescado para la elaboración de piensos, así como la captura de juveniles para abastecer los stocks de las instalaciones. Por ejemplo, se necesitan entre 4 y 5 kg de pescado para que un salmón engorde un kilo y 20 kg por cada kilo de atún rojo engordado en cautividad.
La ubicación de las piscinas en la costa deteriora los ecosistemas costeros y desplaza a las comunidades locales, impidiéndoles el acceso a la playa y el uso tradicional que hacían de los recursos marinos. Además, estas instalaciones consumen enormes cantidades de agua dulce o la contaminan con el uso de antibióticos y pesticidas.
Existe riesgo de que se propaguen enfermedades desde las granjas a las poblaciones salvajes que están en contacto con ellas y de que se produzcan fugas de ejemplares cautivos que se mezclen genéticamente con los ejemplares salvajes de esa especie, disminuyendo la diversidad genética.
Para Greenpeace la única acuicultura sostenible:
- utiliza piensos de origen vegetal que procedan de agricultura sostenible;
- minimiza el uso de harinas y aceites de pescado para que la producción de un kilo de pescado no necesite más de tres kilo de estos productos;
- utiliza las larvas de las especies cultivadas que provienen de la cautividad y no han sido pescadas en estado salvaje;
- garantiza la seguridad de las instalaciones para que no se produzcan fugas;
-no degrada el medioambiente, ni altera la biodiversidad de los ecosistemas donde se asienta;
- no amenaza los derechos humanos;
- apoya la sostenibilidad económica y desarrollo social de las comunidades locales a largo plazo.
Pesca de arrastre
Bahía de Algeciras / Foto de creación propia
La pesca de arrastre de profundidad es una técnica de pesca insostenible, destructiva y que constituye la mayor amenaza para la biodiversidad de las profundidades marinas.
Las redes de arrastre son grandes redes cónicas con una abertura que puede alcanzar el tamaño de un campo de fútbol. Permanecen abiertas mediante dos puertas de acero que pueden llegar a pesar más de cinco toneladas y que se arrastran por el fondo oceánico destrozando y atrapando todo a su paso. Entre el 30% y el 60% de lo que se captura no es la especie objetivo, por lo que se tira por la borda como capturas accesorias muertos o moribundos.
A pesar de que la pesca de arrastre es destructiva, del estado de los stocks de aguas profundas, y de que cada vez los barcos deben ir más lejos para pescar, la actual Política Pesquera Común de la UE permite que países como España y Francia, otorguen subsidios pagados con el dinero de los contribuyentes para mantener esta forma de pesca ambiental y económicamente inviable.
La flota de arrastre supone menos del 6% del empleo en el la mar. Sin embargo la pesca artesanal, que en España constituye el 80% de la flota pesquera y casi el 30% de los empleos en la mar, es la gran olvidada a la hora de repartir las ayudas económicas.
¿Qué hay en las profundidades marinas?
Se estima que en las profundidades marinas viven hasta 10 millones de especies, una cantidad comparable a las selvas tropicales, que se concentran en montes submarinos y bosques de corales de aguas frías, ¡que pueden alcanzar los 8000 años de antigüedad! La vida en las profundidades transcurre a un ritmo muy lento y ajeno a las perturbaciones. Las especies de estas aguas son muy longevas y alcanzan la edad reproductora tarde, lo que las hace muy vulnerables a la sobrepesca.
Aún queda mucho por investigar en el fondo de los océanos. Descubrir nuevas especies, algunas únicas, e incluso aplicaciones farmacológicas de muchas de ellas. Son ecosistemas inexplorados y que sin embargo están siendo sobreexplotados y destruidos.
¿Consumo especies de profundidad?
Algunas de las especies de profundidad más comunes en los supermercados y pescaderías son: la platija americana, la gallineta nórdica, el fletán, el rape, la maruca y distintos tiburones de profundidad. Podemos encontrarlas tanto en fresco como en congelado y en muchos casos ya procesadas en forma de filetes.
Es necesario un cambio hacia un modelo sostenible de pesca para salvar los océanos.
Las redes de arrastre son grandes redes cónicas con una abertura que puede alcanzar el tamaño de un campo de fútbol. Permanecen abiertas mediante dos puertas de acero que pueden llegar a pesar más de cinco toneladas y que se arrastran por el fondo oceánico destrozando y atrapando todo a su paso. Entre el 30% y el 60% de lo que se captura no es la especie objetivo, por lo que se tira por la borda como capturas accesorias muertos o moribundos.
A pesar de que la pesca de arrastre es destructiva, del estado de los stocks de aguas profundas, y de que cada vez los barcos deben ir más lejos para pescar, la actual Política Pesquera Común de la UE permite que países como España y Francia, otorguen subsidios pagados con el dinero de los contribuyentes para mantener esta forma de pesca ambiental y económicamente inviable.
La flota de arrastre supone menos del 6% del empleo en el la mar. Sin embargo la pesca artesanal, que en España constituye el 80% de la flota pesquera y casi el 30% de los empleos en la mar, es la gran olvidada a la hora de repartir las ayudas económicas.
¿Qué hay en las profundidades marinas?
Se estima que en las profundidades marinas viven hasta 10 millones de especies, una cantidad comparable a las selvas tropicales, que se concentran en montes submarinos y bosques de corales de aguas frías, ¡que pueden alcanzar los 8000 años de antigüedad! La vida en las profundidades transcurre a un ritmo muy lento y ajeno a las perturbaciones. Las especies de estas aguas son muy longevas y alcanzan la edad reproductora tarde, lo que las hace muy vulnerables a la sobrepesca.
Aún queda mucho por investigar en el fondo de los océanos. Descubrir nuevas especies, algunas únicas, e incluso aplicaciones farmacológicas de muchas de ellas. Son ecosistemas inexplorados y que sin embargo están siendo sobreexplotados y destruidos.
¿Consumo especies de profundidad?
Algunas de las especies de profundidad más comunes en los supermercados y pescaderías son: la platija americana, la gallineta nórdica, el fletán, el rape, la maruca y distintos tiburones de profundidad. Podemos encontrarlas tanto en fresco como en congelado y en muchos casos ya procesadas en forma de filetes.
Es necesario un cambio hacia un modelo sostenible de pesca para salvar los océanos.
Descartes pesqueros
Puerto de Algeciras / Foto de creación propia
Muchas pesquerías capturan otras especies además de la especie objetivo de su pesca que se devuelven al mar muertas o moribundas. Algunas pesquerías de arrastre pueden descartar hasta el 90% de la captura. Otras atrapan aves, tortugas, delfines y tiburones.
Se consideran capturas accidentales las especies no objetivo de la pesca como mamíferos marinos, aves marinas, tortugas, tiburones y los ejemplares que no cumplen con la talla mínima. El nivel de mortalidad es tal que en algunas pesquerías los descartes pueden afectar a la estructura y función de los sistemas marinos y se considera uno de los impactos ambientales más graves de la pesca comercial actual.
En función de la técnica pesquera, las capturas accidentales varían: las redes matan delfines y ballenas; los palangres matan aves marinas y la pesca de arrastre destruye ecosistemas enteros. Se estima que 100 millones de tiburones y rayas y 300.000 cetáceos son capturados y descartados anualmente.
Una sola batida de una red de arrastre elimina el 20% de la flora y fauna del fondo. Las pesquerías con mayor nivel de descartes son las de distintas especies de gambas: más del 80% de la captura pueden ser especies marinas distintas a las especies objetivo.
A nivel global, la única forma efectiva de afrontar los problemas que generan los descartes pesqueros es con un control efectivo de la pesca. La creación de reservas marinas ayudaría en gran medida a la consecución de este objetivo. Sin embargo, en el caso de especies migratorias, como aves y cetáceos, la única forma efectiva de prevenir las capturas accesorias es mediante la eliminación de técnicas pesqueras especialmente destructivas.
Se consideran capturas accidentales las especies no objetivo de la pesca como mamíferos marinos, aves marinas, tortugas, tiburones y los ejemplares que no cumplen con la talla mínima. El nivel de mortalidad es tal que en algunas pesquerías los descartes pueden afectar a la estructura y función de los sistemas marinos y se considera uno de los impactos ambientales más graves de la pesca comercial actual.
En función de la técnica pesquera, las capturas accidentales varían: las redes matan delfines y ballenas; los palangres matan aves marinas y la pesca de arrastre destruye ecosistemas enteros. Se estima que 100 millones de tiburones y rayas y 300.000 cetáceos son capturados y descartados anualmente.
Una sola batida de una red de arrastre elimina el 20% de la flora y fauna del fondo. Las pesquerías con mayor nivel de descartes son las de distintas especies de gambas: más del 80% de la captura pueden ser especies marinas distintas a las especies objetivo.
A nivel global, la única forma efectiva de afrontar los problemas que generan los descartes pesqueros es con un control efectivo de la pesca. La creación de reservas marinas ayudaría en gran medida a la consecución de este objetivo. Sin embargo, en el caso de especies migratorias, como aves y cetáceos, la única forma efectiva de prevenir las capturas accesorias es mediante la eliminación de técnicas pesqueras especialmente destructivas.
Pesca pirata
Puerto de Algeciras / Foto de creación propia
La pesca pirata o pesca ilegal no declarada y no regulada (INDNR) saquea los océanos y deja a las comunidades locales sin alimento y fuente de ingresos y al medio marino arrasado y vacío.
Debido a que los stocks pesqueros continúan disminuyendo en todo el planeta, cada vez más compañías pesqueras envían sus barcos a llenar sus bodegas sea como sea ignorando las ya de por sí inadecuadas leyes y reglamentos pesqueros. Los países víctimas de este saqueo suelen ser aquellos con menos medios para controlar sus propias aguas.
Estos piratas se mueven de caladero en caladero llevándose todo el pescado que pueden conseguir sin preocuparse por su impacto sobre las poblaciones de peces o sobre otras especies marinas capturadas en sus artes de pesca, como aves marinas, mamíferos marinos, tortugas y tiburones.
Los barcos pesqueros "piratas" ondean banderas de conveniencia (BDC) de países que las venden y que no hacen preguntas sobre la actividad de sus buques. Así eluden las normas impuestas por sus propios gobiernos y por la comunidad internacional.
Las capturas ilegales suelen transferirse en alta mar a buques factoría, en los que se mezclan con capturas legales para luego descargarse en puertos como el de Las Palmas. Estos barcos que les proporcionan suministros en alta mar o realizan transbordos de pescado también son considerados “piratas”.
Los Gobiernos deben actuar para parar la pesca pirata cerrando sus puertos y mercados a buques BDC y a los buques que transportan su pescado y les prestan apoyo, así como evitando que las empresas posean estos buques y/o operen con ellos.
Greenpeace ha elaborado una lista negra que muestra públicamente el nombre de barcos ilegales y las empresas que hay tras ellos. Es una herramienta de fácil acceso tanto para las administraciones pesqueras como para cualquier persona interesada. Greenpeace anima a los grandes supermercados y distribuidores a utilizar esta base de datos para asegurar que el pescado que ofrecen no proviene ni de barcos ni de empresas implicadas en actividades ilegales.
Debido a que los stocks pesqueros continúan disminuyendo en todo el planeta, cada vez más compañías pesqueras envían sus barcos a llenar sus bodegas sea como sea ignorando las ya de por sí inadecuadas leyes y reglamentos pesqueros. Los países víctimas de este saqueo suelen ser aquellos con menos medios para controlar sus propias aguas.
Estos piratas se mueven de caladero en caladero llevándose todo el pescado que pueden conseguir sin preocuparse por su impacto sobre las poblaciones de peces o sobre otras especies marinas capturadas en sus artes de pesca, como aves marinas, mamíferos marinos, tortugas y tiburones.
Los barcos pesqueros "piratas" ondean banderas de conveniencia (BDC) de países que las venden y que no hacen preguntas sobre la actividad de sus buques. Así eluden las normas impuestas por sus propios gobiernos y por la comunidad internacional.
Las capturas ilegales suelen transferirse en alta mar a buques factoría, en los que se mezclan con capturas legales para luego descargarse en puertos como el de Las Palmas. Estos barcos que les proporcionan suministros en alta mar o realizan transbordos de pescado también son considerados “piratas”.
Los Gobiernos deben actuar para parar la pesca pirata cerrando sus puertos y mercados a buques BDC y a los buques que transportan su pescado y les prestan apoyo, así como evitando que las empresas posean estos buques y/o operen con ellos.
Greenpeace ha elaborado una lista negra que muestra públicamente el nombre de barcos ilegales y las empresas que hay tras ellos. Es una herramienta de fácil acceso tanto para las administraciones pesqueras como para cualquier persona interesada. Greenpeace anima a los grandes supermercados y distribuidores a utilizar esta base de datos para asegurar que el pescado que ofrecen no proviene ni de barcos ni de empresas implicadas en actividades ilegales.
Sobreexplotación
Puerto de Algeciras / Foto de creación propia
La sobrepesca y la pesca pirata están diezmando los recursos pesqueros. Tres cuartas partes de los stocks pesqueros están totalmente explotados, sobreexplotados o agotados. Sin embargo, la demanda de productos pesqueros sigue en aumento. Esto hace que cada vez se invierta más en tecnología para aumentar la pesca y la capacidad de las flotas parece no tener límite.
La industria pesquera moderna poco tiene que ver con la pesca tradicional. Los buques pesqueros de hoy en día superan la propia capacidad de reproducción de los stocks pesqueros. En la actualidad se capturan grandes cantidades de peces que pueden ser congelados y procesados directamente en alta mar. La tecnología es capaz de localizar bancos en lugares anteriormente inalcanzables. Los peces simplemente, no tienen dónde esconderse.
Desde el inicio de la pesca industrial en los años 50, las poblaciones de grandes depredadores como atunes, pez espada o bacalao han disminuido en un 90%. Un claro ejemplo de la mala gestión pesquera ocurrió en 1992 cuando se agotó el stock de bacalao de Newfoundland (Canadá) con la consecuente pérdida de 40.000 empleos.
La pérdida de biodiversidad marina no proviene tan sólo de cuánto se pesca sino también de cómo se pesca. Las técnicas pesqueras actuales, como el cerco o el arrastre de profundidad, generan una gran cantidad de capturas accidentales. Juveniles, otras especies no objetivo, así como mamíferos marinos, tortugas y aves marinas, terminan atrapadas en las redes. Millones de tiburones mueren anualmente víctimas de capturas accidentales producidas por la sobrepesca.
La pesca pirata o INDNR (Ilegal, No Declarada, No Regulada) supone pérdidas millonarias anuales. Estos barcos pescan principalmente en aguas del Pacífico Sur o del Oeste de África, donde los países soberanos de esas aguas no tienen capacidad para controlar y vigilar su actividad. Las capturas entran al mercado europeo camufladas con capturas legales a través de puertos como el de Las Palmas. Las comunidades locales de estos países se ven privadas de los ingresos que supondrían esas capturas así como de su fuente principal de proteína.
Los organismos responsables deben tomar medidas y escuchar las recomendaciones científicas para mejorar la gestión pesquera y derivar el sector hacia una psca sostenible.
La industria pesquera moderna poco tiene que ver con la pesca tradicional. Los buques pesqueros de hoy en día superan la propia capacidad de reproducción de los stocks pesqueros. En la actualidad se capturan grandes cantidades de peces que pueden ser congelados y procesados directamente en alta mar. La tecnología es capaz de localizar bancos en lugares anteriormente inalcanzables. Los peces simplemente, no tienen dónde esconderse.
Desde el inicio de la pesca industrial en los años 50, las poblaciones de grandes depredadores como atunes, pez espada o bacalao han disminuido en un 90%. Un claro ejemplo de la mala gestión pesquera ocurrió en 1992 cuando se agotó el stock de bacalao de Newfoundland (Canadá) con la consecuente pérdida de 40.000 empleos.
La pérdida de biodiversidad marina no proviene tan sólo de cuánto se pesca sino también de cómo se pesca. Las técnicas pesqueras actuales, como el cerco o el arrastre de profundidad, generan una gran cantidad de capturas accidentales. Juveniles, otras especies no objetivo, así como mamíferos marinos, tortugas y aves marinas, terminan atrapadas en las redes. Millones de tiburones mueren anualmente víctimas de capturas accidentales producidas por la sobrepesca.
La pesca pirata o INDNR (Ilegal, No Declarada, No Regulada) supone pérdidas millonarias anuales. Estos barcos pescan principalmente en aguas del Pacífico Sur o del Oeste de África, donde los países soberanos de esas aguas no tienen capacidad para controlar y vigilar su actividad. Las capturas entran al mercado europeo camufladas con capturas legales a través de puertos como el de Las Palmas. Las comunidades locales de estos países se ven privadas de los ingresos que supondrían esas capturas así como de su fuente principal de proteína.
Los organismos responsables deben tomar medidas y escuchar las recomendaciones científicas para mejorar la gestión pesquera y derivar el sector hacia una psca sostenible.